jueves, 9 de julio de 2009

Vasconcelos hoy


Se cumple en este año medio siglo de la muerte de José Vasconcelos, mexicano ilustre que dejó en nuestra historia una marca imborrable; fue sin duda y principalmente un intelectual que escribió lo mismo sobre derecho, arte, literatura y sociología, pero fue también un hombre de acción que participó destacadamente en varias etapas de nuestra historia.

Fue maderista y, por tanto, desde su posición de abogado y de académico participó en la Revolución Mexicana; Francisco I. Madero le encomendó diversos encargos, el más importante como agente del caudillo en Washington.

Cuando Victoriano Huerta consumó en 1913 la traición en contra de Madero y lo asesinó junto con José María Pino Suárez, Vasconcelos no dudó en unirse al movimiento constitucionalista encabezado por Carranza, quien le encomendó en Europa y en Estados Unidos algunos encargos, todos cumplidos cabalmente.

Fue, posteriormente, un severo crítico de Carranza y culminó su carrera de revolucionario en los gobiernos de Adolfo de la Huerta, quien lo designó jefe del Departamento Universitario y de Bellas Artes, y más tarde, bajo la presidencia de Álvaro Obregón, tuvo a su cargo la Secretaría de Educación Pública, desde la cual, en muy corto tiempo, impulsó una obra cultural que transformó el ambiente intelectual de México y trascendió a Latinoamérica; no ha sido gratuito el título que se le dio entonces de Maestro de América.

Terminada su gestión, decepcionado de los gobiernos autoritarios y militaristas en los que había colaborado con espíritu libre y civilista, se dedicó a su trabajo intelectual sin dejar de participar en política; su momento culminante es la campaña por la presidencia de la República, ya como un opositor a los regímenes revolucionarios, a los que fustigó durante su brillante campaña, en la que fue seguido por los jóvenes más destacados de su tiempo.

Ante la elección de Estado que llevó a Pascual Ortiz Rubio a la presidencia, denunció el fraude electoral como una farsa de la que acusó al gobierno de Plutarco Elías Calles por el uso ilegítimo de recursos oficiales y por la corrupción que se había asentado en los niveles más altos de la administración.

Promulgó su Plan de Guaymas, en el que se designó "única autoridad legítima", rememorando la revolución maderista de 1910 y convencido de que el pueblo se levantaría en armas en su favor, como lo hizo en contra de la dictadura porfirista. Al no obtener respuesta a su llamado a las armas, se exilió durante algún tiempo y volvió a México a seguir escribiendo sobre diversos temas; murió en 1959.

Como alguna vez dijo su yerno Herminio Ahumada, Vasconcelos fue un hombre que unió la acción al pensamiento. Su influencia en el México de su tiempo ha llegado hasta nuestros días.

Es autor del lema Por mi raza hablará el espíritu, dedicado a la Universidad Nacional Autónoma de México, de la que fue eminente rector; como secretario de Educación Pública impulsó muchas campañas que dejaron honda huella: una fue la de alfabetización del país, con sus brigadas de maestros y voluntarios que recorrieron toda la República. Asimismo promovió la lectura con ediciones cuidadosas y al alcance de la gente por su precio, letra grande y número de ediciones: son los famosos libros verdes de Vasconcelos que todavía se encuentran en muchas bibliotecas públicas y privadas, considerados siempre como ejemplares especialmente apreciados.

En política alentó la participación de los ciudadanos independientes en la oposición; sin duda fue un inspirador indirecto del antiguo partido de Acción Nacional, aquel que luchaba por la democracia, por el respeto a la dignidad humana y por principios de justicia social. No hay que olvidar que Vasconcelos fue maderista y que Gómez Morin, fundador del PAN en 1939, había sido colaborador de Vasconcelos y partícipe en su campaña opositora, 10 años antes.

Quienes asisten hoy a los grandes estadios deportivos deben saber que el primer estadio para practicar el atletismo y otros deportes fue construido, hace apenas un par de generaciones, cuando Vasconcelos era secretario de Educación Pública en lo que es ahora el conjunto habitacional Benito Juárez, a un lado de la actual avenida Cuauhtémoc, en ese entonces Calzada de la Piedad.

Mucho logró sin duda cambiar en México este intelectual de primera línea: impulsó el muralismo, la música mexicana, la literatura, la generalización de la enseñanza a todas las clases sociales, el deporte y el reconocimiento de México en el mundo. Capitaneó a un grupo de jóvenes profesionistas y estudiantes que dieron en su momento un alto y valioso contenido a la Revolución Mexicana; sin embargo, el impulso ha sido frenado y traicionado frecuentemente.

Aún estamos en espera de que se cumplan todos los sueños de José Vasconcelos; tenemos otra vez a los militares en las calles, la democracia padece los mismos atropellos y mistificaciones que en 1929 y los gobernantes, con todo y sus maestrías y doctorados, encarnan la misma violencia y el mismo militarismo autoritario, la misma codicia y la misma desvergüenza que Vasconcelos combatió.

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La obligación de votar

La Constitución se refiere al voto ciudadano al que califica de popular en dos artículos sucesivos del capítulo IV del título primero de la Carta Magna, que tiene como encabezado éste: De los ciudadanos mexicanos.

El primero de los artículos que menciono, el 35 de la Constitución, establece en una pequeña lista cuáles son las prerrogativas del ciudadano mexicano; el primer inciso señala que esa prerrogativa inicial, fundacional, es votar en las elecciones populares.

El texto de la norma constitucional no usa el término derechos, sino precisamente el de prerrogativas; votar en la intención del constituyente es algo más que un derecho: se trata de un privilegio exclusivo de los ciudadanos mexicanos. La acción de votar no puede ser ejercida por cualquiera, sólo por nosotros, los ciudadanos. El Diccionario de la lengua española de la Real Academia da, entre otras acepciones, a la palabra prerrogativa la de facultad importante de un poder del Estado; en una república votar es la facultad esencial del más alto poder del Estado, que es el pueblo, titular de la soberanía en un ente como el nuestro, que se define a sí mismo como una república representativa, democrática, federal, en la que el pueblo ejerce su soberanía por medio de los poderes de la Unión.

No votar es lo mismo que votar en blanco o anular el voto de alguna manera; significa renunciar a un privilegio, a una prerrogativa de la que somos titulares e implica dejar en manos de otros lo que estaríamos obligados a hacer por nosotros mismos.

Pero en otro artículo, en el 36 la Constitución, se enumera cuáles son las obligaciones del ciudadano de la República, y dice en su inciso III: votar en las elecciones populares en los términos que señale la ley. Lo anterior significa que votar, como definía don Eduardo García Maynes, es un derecho de ejercicio obligatorio. Tenemos el derecho de votar y nadie nos lo puede disputar; nuestra ley suprema lo eleva, dándole la calidad de prerrogativa, pero también tenemos la obligación de acudir a las urnas y emitir nuestro sufragio. El precepto citado en último término así lo dispone; votar es un derecho, pero es simultáneamente una obligación.

Campañas como la que estamos sufriendo en estos días, que en forma incomprensible invitan a anular el voto, son orquestadas, ejecutadas y planeadas por personas que, o no conocen nuestra ley fundamental, o no les interesa en lo más mínimo; junto con las obligaciones de inscribirse en el catastro de la municipalidad, alistarse en la guardia nacional, desempeñar los cargos de elección popular y los cargos concejiles del municipio, está la de votar en los comicios.

La democracia formal, que convoca a votar cada tres años, ciertamente no es suficiente, ni plenamente satisfactoria para quienes se interesan en la comunidad nacional de la que formamos parte, pero es ahora lo único que tenemos: es el instrumento o herramienta para poder influir en la política del país y, si bien es cierto que en algunos casos pudiera ser que todos los candidatos seamos tan malos que no es posible escoger al que lo sea menos, la regla general es que hay candidatos de numerosos partidos, entre los cuales tenemos que optar, y si no nos convencen las personas postuladas, debemos pensar que nuestro voto también significa elegir entre concepciones distintas del país, entre proyectos diferentes de nación.

No es lo mismo un voto por un partido que asume el neoliberalismo como doctrina que otro que se define como de izquierda y busca la justicia social y defiende la economía popular; no es lo mismo votar por partidos que han demostrado en gobiernos concretos su ineficacia, que por otros que han gobernado bien y mejorado la entidad que les fue encargada por una votación anterior.

Lo cierto es que sí hay mucho de donde escoger y que, a pesar de ello, en forma extraña y nada razonable, se convoca a no votar; hay algo de vanidad en algunos de los que invitan a esta violación constitucional; si yo no estoy en las listas es que no hay por quién votar, parece que pensarán. Me he encontrado también a viejos periodistas y conductores que por años y años sirvieron sin escrúpulos al viejo sistema antidemocrático, fueron empleados dóciles y sumisos de los soldados del presidente y nunca hicieron o dijeron algo en contra de la falta de democracia en la que vivía el país y hoy se rasgan las vestiduras porque, según su opinión, no encuentran por quién emitir un sufragio; se presentan como sesudos filósofos sociales e invitan a no votar. Sin duda podrían hacerlo al menos por el partido al que antes sirvieron en forma obsecuente, pero no, prefieren poner en el mismo saco a todos, sólo porque algunos tienen conflictos internos, sin considerar que, independientemente de la coyuntura transitoria, los partidos representan una concepción política, sostienen una doctrina política y presentan propuestas o líneas ideológicas.

No deja de ser sospechosa esta actitud. Las dictaduras surgen del de-sengaño de la democracia y es muy peligroso jugar con el fuego de la de-sesperanza y del nihilismo político; espero que muchos ciudadanos no se dejen envolver por esta hábil propaganda en favor del abstencionismo, superen la tentación de imitar a los que se creen muy listos por anular su propio voto y ejerzan su derecho constitucional a votar y cumplan con su obligación de hacerlo.

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Rincones de la Benito Juárez



En mis recorridos por la delegación Benito Juárez he rencontrado lugares que conocí y frecuenté, algunos conservan aún su antigua belleza y otros reflejan incuria y abandono; el parque de la colonia Álamos, que lleva el nombre del coronel tlaxcalteca Felipe Santiago Xicoténcatl, me hizo recordar el día en que don Lino Santacruz lo inauguró y develó un pequeño busto del héroe.

El maestro Santacruz era el estimado director de la escuela pública Estado de Chiapas, pero era también un promotor de la vida cultural y social de la comunidad y admirador de su paisano, el coronel Xicoténcatl, muerto con el batallón San Blas a su mando, defendiendo a la Patria de los invasores estadunidenses en las laderas del cerro de Chapultepec, el 13 de septiembre de 1847, poco antes de que les tocara su turno a los cadetes del Colegio Militar.

Estuve en la inauguración del jardín, como un alumno más de sexto año, con respeto y admiración, en la ceremonia presidida por el maestro Santacruz y hoy vuelvo a recorrer el parque en el que se encuentran los pocos álamos blancos sembrados por él, que confirman el nombre de ese barrio de mi niñez.

Parque de la Lama


Parque de la Lama 1934

Otro paraje de la delegación que trae recuerdos de épocas mejores a quienes me dan su testimonio es el para mí de mal gusto, edificio del World Trade Center, al que medio salva el Polifórum Cultural Siqueiros. En ese gran predio, motivo de indignación para los vecinos de la colonia Nápoles por las construcciones desmesuradas que alteran la vida y el ambiente urbano de la comunidad, hubo un hermoso jardín que fue patrimonio de la ciudad de México.

Me cuentan y algo ya sabía de eso, que hace años ahí se encontraba el Parque de la Lama, un umbroso paraje, espacio arbolado, en el que había ardillas, venados, aves de varias especies, que un señor De la Lama, su propietario, mantuvo durante muchos años como un pulmón de la ciudad y al servicio de la misma. Agrega la leyenda urbana, que tendremos que verificar en el Registro Público de la Propiedad, que el parque fue donado por su propietario a la ciudad, pero que algún regente de la era predemocrática permutó el hermoso paraje por un terreno de menor valor y belleza, más al sur, en donde las ladrilleras, con tanta tierra que excavaron para fabricar tabiques, dejaron a menor nivel que su contorno y es lo que ahora conocemos como el Parque Hundido, que costó mucho rehabilitar.

Mientras que en los Álamos un maestro normalista de la vieja escuela construía un parque para la colonia y lo dotaba de un nombre histórico, en el rumbo de Insurgentes, los eternos especuladores de la tierra urbana hacían transacciones que les producían pingües ganancias a costa del patrimonio de la indefensa ciudad.

VISTA DE LA CALZADA DE TLALPAN A LA ALTURA DE LA COL. ÁLAMOS. 1950



VISTA DE LA CALZADA DE TLALPAN A LA ALTURA DE LA COL. ÁLAMOS. 1950

Hoy los vecinos de colonias como Insurgentes Mixcoac, Nápoles y Del Valle, de los antiguos pueblos como San Lorenzo, Xoco, San Juan y otros y de las colonias más modestas como Moderna y Portales, se quejan unánimes por el surgimiento de edificios como hongos en la humedad, que provocan deterioro en la calidad de vida de los habitantes, pero que, nuevamente reditúan importantes ingresos a quienes hacen negocios inmobiliarios y a quienes los supervisan, pero en detrimento, otra vez, de los vecinos. Como en El Napoleón de Notthing Hill de Chesterton, es necesario recuperar el amor a la pequeña patria que es nuestra comunidad vecinal, barrio, colonia, pueblo o unidad, los nombres son lo de menos, lo importante es que seamos solidarios con nuestro lugar y nuestros vecinos.

En la gran urbe, capital de nuestro país y en medio de ella en la delegación Benito Juárez, contamos los capitalinos con innumerables lugares, monumentos, zonas verdes, edificios históricos o de época, bellos por algún concepto, que hay que preservar y rescatar. Que el progreso continúe, que la ciudad crezca, pero no al precio de nuestro recuerdo histórico y patrimonio común.

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Acciones irresponsables

No pueden ser acciones responsables las que combaten delitos o dicen hacerlo, mediante procedimientos claramente violatorios de principios elementales de derecho y preceptos constitucionales expresos. Me refiero a las detenciones plurales y simultáneas de servidores públicos en ejercicio, verdaderas razias o redadas, a partir de sospechas, pruebas más bien vagas y supuestos testigos protegidos o denuncias anónimas.

Del llamado michoacanazo se ha dicho, con razón, que es un caso en el que la Federación atropelló la soberanía del estado, puesto que sin solicitud del gobernador y sin siquiera informarle, fuerzas del gobierno central, compuestas por elementos del Ejército, de la Policía Federal y de la Procuraduría General de la República, fuertemente armadas y con los rostros de muchos de sus elementos cubiertos, incursionaron como si estuviéramos en guerra en diversas oficinas públicas, incluido el Palacio de Gobierno del estado.

La falta de aviso o de una mínima cortesía entre autoridades, pudo haber ocasionado una tragedia, si las fuerzas locales, como lógica reacción al ingreso de hombres armados a las áreas bajo su custodia, hubieran hecho uso de sus armas, lo que afortunadamente no sucedió.

Sobre la violación al sistema federal, ya se han dado algunos argumentos en pro y en contra; por supuesto, la Secretaría de Gobernación defiende la muy dudosa incursión como necesaria para evitar que se fugara información y por tanto también algunos de los buscados.

Por lo que a mí toca, me preocupa otro aspecto que no ha sido discutido con la misma amplitud: la violación a lo dispuesto por el artículo 16 de la Constitución. Según este precepto, una persona sólo puede ser detenida, esto es, privada de su libertad, en tres supuestos.

El primero es cuando a petición del Ministerio Público se ejecute una orden de aprehensión dictada por un juez; para ello se requiere que preceda denuncia o querella de un hecho que la ley considere como un delito; en el caso de Michoacán esto no sucedió, puesto que con lo único que se pretendió justificar la detención de los servidores públicos fue con una orden de presentación dictada por un agente del Ministerio Público federal.

El segundo caso es cuando se trate de un delito flagrante, lo que significa que es posible apresar a un delincuente en el momento mismo en que está cometiendo el ilícito; la doctrina de derecho penal y la jurisprudencia han ampliado este supuesto a lo que se llama la cuasi-flagrancia, que es la detención inmediatamente después de que el delito se cometió y mediante la persecución inmediata del autor del hecho.

Finalmente, el quinto párrafo del artículo 16 constitucional autoriza la detención, sin orden de aprehensión, para casos de delitos graves y sólo en casos urgentes, ante el riesgo fundado de que el indiciado pueda sustraerse a la acción de la justicia y siempre y cuando no se pueda ocurrir ante la autoridad judicial por razón de hora, lugar, o circunstancia, en dicho caso el Ministerio Público podrá, bajo su responsabilidad, ordenar su detención fundando y expresando los indicios que motiven su proceder.

Agrega el precepto que en caso de urgencia o flagrancia deberá resolver el juez que reciba la consignación del detenido, no hay espacio constitucional para el arraigo, si la acción fue necesaria o no, en este caso, decretar la libertad con reservas de la ley.

Los detenidos en Michoacán y los detenidos en otras entidades del país no se encontraban en ninguno de los supuestos descritos; no había flagrancia, puesto que según las noticias y los boletines de prensa los apresados se encontraban en sus centros de trabajo desempeñando sus labores; no había caso urgente por las mismas razones y porque no daban trazas de evadirse y en último de los casos porque no era imposible solicitar a un juez la orden de aprehensión y, por supuesto, no hubo orden de ningún juzgador.

Estos hechos y otros indican que el régimen actual sigue empeñado en combatir la delincuencia, si es que en el caso se trata realmente de delincuentes, mediante acciones que restringen y atropellan garantías individuales; no podemos canjear seguridad por derechos humanos elementales. No hay que olvidar, es importante, que no solamente se encuentran estas garantías en nuestra Constitución, sino que forman parte de declaraciones y tratados de carácter internacional que México ha suscrito, pero que lamentablemente se encuentran olvidados y postergados.

Fue muy malo, y así lo hicimos notar en su momento, que en el artículo 21 constitucional, recientemente reformado, hayan equiparado a los policías con agentes del Ministerio Público, así en general, y que después se hayan confundido policías investigadoras con policías preventivas, y que con todo esto se haya trastocado nuestro sistema jurídico penal y de garantías individuales. Es irresponsable actuar de esa manera; la delincuencia hay que combatirla sin cometer delitos y especialmente sin violar derechos humanos.





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La Plaza de la Aguilita

Para quienes conocemos y apreciamos el valor del Centro Histórico de la ciudad de México es sumamente satisfactorio apreciar el esfuerzo por devolverle su esplendor, en la medida de lo posible, que está llevando a cabo el gobierno de la ciudad, esfuerzo desde hace ya varios años y que no se ha detenido y avanza ahora hacia el oriente, por las calles que recientemente han sido tocadas por el programa restaurador.

Un pequeño y hermoso sitio denominado Plaza Manzanares, con todo y su capilla del siglo XVIII, quedó reluciente, limpio y despejado de vendedores ambulantes; un sitio digno de ser visitado por los vecinos de la ciudad de México y por los turistas que nos frecuenten; como dice el dicho, a toda capillita le llega su fiestecita. Esta que ha aparecido en películas de la ciudad como una zona sórdida y peligrosa, pero ya no será escenario de esas truculencias, quedó lista para pasear por ella, sólo le falta como a la peatonal de Regina, algunos cafés para que la vida social se renueve en la zona.

Al recorrer el rumbo que se está rehabilitando, vienen a la memoria los viejos nombres de las calles, que evocan personajes, incidentes o hechos históricos o son simplemente referentes de templos de antaño o de casas de vecinos distinguidos. Por ahí está la que fue la calle del Indio Triste, la de la Canoa, la de los Mesones, que sigue llamándose así. Conservan sus nombre antiguos Correo Mayor, Roldán, Jesús María, Topacio, Carretones y algunas otras; en cambio nombres nuevos son los de las repúblicas latinoamericanas como El Salvador, Venezuela y Uruguay; otras más, llevan ahora nombres de personajes históricos como Pino Suárez y Venustiano Carranza o bien el que la modernización de la ciudad les ha dado como es el caso de avenida Circunvalación, que fue uno de tantos intentos de rodear a la urbe por una vía circular que evite el paso por el Centro. Otros círculos concéntricos alrededor de este primer intento son el Circuito Interior y más recientemente el Anillo Periférico, cada vez más alejados y abarcando en su interior poblaciones enteras que podrían ser por sí mismas ciudades y no sólo sectores de la gran capital.

Al sureste de esta zona que se está rehabilitando, se encuentra una plaza pequeña y que debió ser acogedora, conocida por los vecinos como la Plaza de la Aguilita, porque tiene en el centro una fuente adornada con una escultura de bronce que representa al águila emblemática de la Gran Tenochtitlán devorando, por supuesto, su consabida serpiente.

Su nombre oficial es Plaza Juan José Baz, en recuerdo de un orador popular fogoso y arrebatado, que encendía a la plebe de la ciudad con sus arengas en favor del liberalismo y en contra de los polkos y conservadores. Desde este espacio invito a las autoridades de la ciudad de México a que continúen hacia esta bella plaza la labor de rescate; será un nuevo y hermoso sitio rodeado de casas coloniales o porfirianas, que merece sin duda atención y dignificación.

Muy cerca están también, ya en pleno barrio de San Pablo, las calles de Santo Tomás y de Roldán, que actualmente se encuentran abandonas y son refugio de delincuentes, muchos de ellos chineros, especializados en esa forma de asalto a los transeúntes; si las obras avanzan en esa dirección, esa parte tan vital y activa de nuestra urbe, tendrá mejoras que elevarán sin duda la calidad de vida y la dignidad de los habitantes que bien lo merecen, porque son antiguas comunidades que se distinguieron siempre por su tesón en la lucha en contra de la pobreza. Hay un celebre grabado del Siglo XIX reproducido muchas veces, en donde aparece el Puente de Roldán, repleto de personas y mercaderías que llegaban por el canal desde Santa Anita y Xochimilco para surtir los mercados de la ciudad.

Ahora los canales son calles y avenidas, pero se conserva el ambiente de actividad y movimiento que retrató el grabador; hoy podemos ver a una multitud similar que hace comercio en la vía pública, que va y viene y que tiene la misma vitalidad y ánimo que sus tatarabuelos que llegaban no en peseras o microbuses como ahora, si no en trajineras y chalupas repletas de personas cargadas con sus frutas y legumbres que traían de sus chinampas y muchas veces de más lejos, desde tierra caliente para llevar al mercado del Volador.

Felicidades al gobierno de la ciudad por estas obras y nuestra petición de que no se detengan y lleguen a la Plaza de la Aguilita y más allá.



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ESTADO DE INTERDICCIÓN

Es increíble, inusitado cuando menos, que alguien, en este caso el ex presidente Miguel de la Madrid, se haya declarado a sí mismo en estado de interdicción; que él, por voluntad propia, se haya puesto en la tesitura de incapacidad y, por tanto, en la hipótesis, según nuestras leyes civiles, de requerir de ahora en adelante, para sus actos de derecho, de su vida civil y familiar, de un tutor que lo represente y firme en su nombre, que le autorice a viajar y disponer de sus bienes, pues ése es el efecto de una declaración de interdicción.

En la vida cotidiana, la de los simples mortales, se dan casos en los que se solicita de un juez de lo familiar que alguien sea declarado en estado de interdicción; esto sucede cuando la persona ya no tiene capacidad para decidir con lucidez por sí misma y requiere, como lo requiere también un menor de edad, que sea otro quien la represente legalmente, en el caso de un adulto incapaz, un tutor, quien será el que tome las decisiones que normalmente le corresponderían.

En mi vida profesional he conocido más de un caso en el que familiares cercanos a un anciano, impacientes porque sigue viviendo más de la cuenta, y no ven cómo disfrutar de la herencia, solicitan en contra de la voluntad de éste su declaración de interdicción, pero el juez no la dictamina sin oír al anciano y sin antes tomar en cuenta dictámenes periciales obligatorios, ordenados por la ley, de sicólogos y siquiatras. En el mejor de los casos, el procedimiento ocupa varios meses, porque no es poca cosa declarar incapaz a alguien; la sentencia es muy delicada y cuidadosa, la dicta el juez que es un experto en derecho, con el apoyo de los expertos en las ciencias de la conducta y la conciencia humana y, por supuesto, conociendo personalmente y escuchando a la persona sometida al penoso juicio, con el que prácticamente se pierde la personalidad jurídica, al menos la de ejercicio...

Miguel de la Madrid y su familia no se tomaron esas molestias y literalmente de la noche a la mañana, o más bien de la mañana a la noche, dictaminaron que el ex presidente es incapaz y que lo que dijo no le obliga. Diré como aquellos carteles, denominados espectaculares, que pusieron hace unos años en contra de Roberto Madrazo: ¿Tú les crees? Yo tampoco.

Lo cierto es que la entrevista reveladora que llevó a cabo la cada vez más respetada periodista Carmen Aristegui, inteligente, con un valor civil a toda prueba, nos muestra a un hombre, ciertamente de edad, con alguna torpeza leve en el hablar, pero evidentemente congruente y hasta cuidadoso en alguna de sus respuestas; se le ve y escucha contestar con pleno conocimiento de causa las preguntas que se le hacen y no parece que se trate de un hombre que no sabe lo que dice.

Ciertamente, con la edad hay algunas fallas en la memoria, que no es tan veloz como en la juventud, y algunas limitaciones, que sólo en casos extremos y previa determinación de peritos y la intervención imparcial de un juez experimentado ameritan que alguien sea declarado incapaz. Por supuesto, el caso del ex presidente no es de ésos.

El incidente muestra hasta qué bajeza ha caído nuestra clase política, que está integrada no sólo por políticos profesionales, sino también por los dueños de las televisoras, quienes, a pesar de la importancia de la noticia no hicieron un solo comentario en sus programas normalmente nutridos de chismes y escándalos, y vaya si éste es un gran escándalo.

Causa pena ajena que un hombre se desdiga de su palabra y la anule o trate de anularla afirmando que ésta no es válida porque él se encontraba enfermo. En un juicio ante los tribunales, esa retractación no tendría ningún valor; sin embargo, parece que para los noticiarios de televisión fue suficiente para cerrar el caso. Así también han de pensarlo quienes forzaron al ex presidente a esa vergonzosa retractación, pero por supuesto, están equivocados; el testimonio tiene toda al fuerza política por quien lo dijo y porque simplemente corrobora lo que la opinión pública ya conocía.

Otro punto que no puede pasarse por alto es el cinismo de quienes obligaron al declarante a desdecirse; quedará siempre la duda de cuál fue el nivel de los argumentos para que lo hiciera. Como no sabemos con certeza qué pasó, aunque alguna vez se sabrá, podemos sospechar que las amenazas fueron pesadas, pudieron haber sido sobre la integridad y la vida del mismo declarante o de sus familiares, a pesar de que está permanentemente protegido por una escolta del Ejército; pero también pudieron haber sido amenazas de revelaciones de actos cometidos por él o por personas cercanas a él, tan graves o más que las que reveló de su sucesor en la Presidencia de la República. Parece, en este caso, que habló quizá en un acto de descarga moral que seguramente le pesaba, pero se olvidó de que él o personas cercanas a él también pudieran ser exhibidos o denunciados públicamente en la misma forma que lo fue el ex presidente Salinas.

Las lecciones de este triste y vergonzoso sainete deben ser que quede más claro cada vez ante los ojos de la gente que hemos tenido y seguimos tendiendo dirigentes sociales de muy poca valía y de una falta de ética a tal grado, que bastaría para que la gente encuentre la razón de sacudirse a este tipo de gobernantes y dirigentes sociales, así como de los manipuladores a través de los medios, y reasumir la soberanía que le corresponde y que se encuentra por lo pronto secuestrada. No hay mal que por bien no venga.




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